
Domingo.
Baje al taller, y las vi, dos esculturas bañadas en la luz matinal, acurrucaditas sobre el piso al lado del horno.
Me quede mirandolas un rato.
Es extraño, cuando el pensamiento y el objeto contemplado hace clik, limpio y claro como cuando se pulsa un interruptor de luz.
Recuerdo las olas de anoche, muy suaves, constantes, derramandose sobre la arena como si nada en unas lineas blancas largas largas…